11 de abril de 2012

CONSEJOS PARA SALVAGUARDAR NUESTRA FELICIDAD


La felicidad viene en los genes. Lo aseguró Luis Rojas Marcos, profesor de psiquiatría de la Universidad de Nueva York, en el II Congreso Internacional de la Felicidad que organiza el Instituto Coca Cola de la Felicidad. Todos nacemos con el potencial de ser felices. Otra cosa es desarrollar la capacidad que nos ayuda a evolucionar y llegar a serlo. Si lo consigues, el psiquiatra tiene algunas claves para que no dejes de ser feliz. 


Dice Rojas Marcos que en España, y en Europa en general, no nos gusta decir que somos felices. “Yo un día lo dije y me preguntaron si me había fumado algo”. Aquí nos gusta más quejarnos y destacar todas las cosas negativas que nos suceden, por encima de las positivas. “Eso sí, cuando nos preguntan si somos felices siempre respondemos que mucho”.
Solo hace 20 años que la medicina ha comenzado a estudiar esa cualidad de ser humano que nos ayuda a sentirnos bien. Es lo que se denomina la medicina de la calidad de vida. ¿Sabes cuál es la medicina que se adquiere sin receta, que usan millones de personas y que no cura ninguna enfermedad? Esa fue la primera pregunta de las muchas que el psiquiatra lanzó a su audiencia. “La respuesta: la píldora, que trajo la felicidad a muchos hogares, al poder planificar el tipo de familia que querían”.
Luis Rojas Marcos ha identificado los ocho protectores con los que asegura “se puede seguir siendo feliz”. Son los siguientes:
1.- Hablar
“Una de las cosas que más me sorprende cuando llego a España es lo mucho que habla la mujer española. Por eso está entre las tres más longevas del mundo”, comenta Rojas Marcos, para el que hablar mucho alarga la vida. “Es bueno para la mente porque al codificar sentimientos en palabras, los primeros pierden intensidad emocional”. Así pues, hablar es un protector de la felicidad… Pero no solo hablar con otros. Segunda pregunta del psiquiatra: ¿Cuántos de vosotros habla solo en alto? Si no lo haces, prueba a hacerlo. Te ayudará a ser feliz.
2.- Conexiones afectivas
La soledad es buena, a veces, pero las conexiones con otras personas nos protegen.
3.- El ejercicio físico
La práctica de ejercicio de forma regular estimula las endorfinas, ayuda a prevenir la diabetes, reduce la hipertensión… y al final nos hace estar más felices.
4.- Capacidad de adaptación
Nunca el mundo ha cambiado tanto como lo está haciendo ahora. Por eso es más necesario que nunca saber adaptarse a los cambios. “Debemos ser más flexibles y a la vez más resistentes”.
5.- Controlar las situaciones negativas
En momentos de crisis no pongas nunca el control en manos de otros. “Se acabó eso de ‘Que sea lo que Dios quiera’. Toma las riendas y no esperes a que otros las tomen por ti”.
6.- El pensamiento positivo
Necesitamos ver el futuro con optimismo. Dice Rojas Marcos que si nos preguntan que enumeremos los 20 recuerdos que antes te vienen a la cabeza, comprobaríamos que la mayoría de ellos son recuerdos positivos y, seguramente, no toda nuestra vida ha sido un camino de rosas. “Eso significa que hemos superado retos importantes y que de la misma forma superaremos los actuales”.
7.- Autoestima
Sin comentarios.
8.- Diversificación
Es bueno diversificar cada parcela de felicidad. “Familia, amigos, trabajo, fútbol… Si conseguimos diversificar cada un de esas parcelas de felicidad, cuando una falla las otras ayudan a superarlo”.
9.- El sentido del humor
El humor es uno de los mejores protectores de la felicidad. “Más que una técnica, es una perspectiva, una forma de ver el mundo”, indica el que fuera máximo responsable de psiquiatría de la ciudad de Nueva York. Y para dar fe de ello, contó dos historias. “En una visita rutinaria a un ambulatorio presencié una consulta de una señora abatida y deprimida. El médico le preguntó por el motivo de su estado. Ella respondió que no era por ella, sino por su marido. Le acababan de hacer un análisis de sangre y los médicos dudaban en el diagnóstico: Sida o Alzheimer. Entonces el médico le respondió: coja a su marido y lléveselo lejos, fuera de la ciudad, y abandónelo allí. Si llega a casa, entonces no se acueste con él”.
La segunda historia es real. Le sucedió a él y demuestra que todo es susceptible de tomarse con sentido del humor. “Siendo mi madre mayor, le pregunté un día si prefería que el día que muriera la enterráramos o  la incineráramos. Y ella respondió: Mejor de dais una sorpresa”.





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